miércoles, 30 de enero de 2008

LA TEORÍA DE LOS FÓSFOROS (Zündhölzer)

Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillas en nuestro interior, no las podemos encender solos, necesitamos, como experimento, oxígeno y la ayuda de una vela (Kerze). Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento (Atem) de una persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, una caricia, una palabra o un sonido que haga disparar el detonador (Zünder) y así enceder una de las cerillas. Por un momento nos sentiremos deslumbrados (geblendet) por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo hasta que venga una nueva explosión a reavivarlo. Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión (Verbrennung) que se produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre de energía el alma. En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillas se humedece y ya nunca podremos encender un solo fósforo. Si eso llega a pasar el alma huye de nuestro cuerpo, camina errante por las tinieblas (Finsternis) más profundas tratando vanamente de encontrar alimento por sí misma, ignorante (unwissend) de que sólo el cuerpo que ha dejado inerme (wehrlos), lleno de frío, es el único que podría dárselo. (…) Hay que permanecer alejados de personas que tengan un aliento gélido. Su sola presencia podría apagar el fuego más intenso, con los resultados que conocemos. (…) Hay muchas maneras de poner a secar una caja de cerillas húmeda, pero puedes estar seguro de que tiene remedio.
Como agua para chocolate. Laura Esquivel

7 comentarios:

Anabel dijo...

Hace ya mucho que vi esta película, luego leí el libro (normalmente lo suelo hacer al revés). Me siento hechizada por ese realismo mágico de la literatura hispanoamericana desde que leí "Cien años de soledad" a los catorce y se me quedó aquí dentro, como cuentos de hadas para mayores. "La teoría de los fósforos"... Esta mañana alguien me pasó este texto y puede que haya algo de verdad en esas palabras mágicas.

Anónimo dijo...

No he visto la peli pero tal y como lo cuentas puede que no este tan mal como yo la había imaginado. En cuanto a la teoria que expones creo que es cierta, lo se ahora, no antes.

Anónimo dijo...

Yo me quedo con el final, con la esperanza. Siempre se puede secar la caja húmeda y volver a sentir ese ¡zsa zsa zsuuuuuuuuuuuu! y arder inténsamente.

Anabel dijo...

Tal y como la recuerdo, es que ya hace tanto, no está mal, al contrario, me gustó mucho entonces. Un día de estos volveré a verla, ya sabes que conforme crecemos las cosas que recordamos que nos gustaron o no, pueden variar en el tiempo, pero quienes cambiamos, pienso, somos nosotros y también la percepción de nuestros recuerdos. Yo también creo que esa teoría es cierta pero aplicada a todos los terrenos. Debemos buscar las cosas que nos hagan detonar para que no se nos escape el alma y ¡buuuuuum! Una cerilla por ti, Match y chaaass

Anabel dijo...

¿Por qué quedarse con el final, Javi? ¿Por qué ya desde el principio la esperanza de? Espero que no se te haya humedecido la caja aún. Rasca y light your fire.

María José dijo...

Me gustó más el libro (lo leí hace años dos veces seguidas, me entusiasmó), que la película, que se me quedó corta, pero está muy bien. En cuanto a la teoría de los fósforos, realmente es interesante... huyamos pues de las humedades (lacrimales, claro) y disfrutemos de la luz del día a día.

Anónimo dijo...

qué recuerdos tan gratos me has traído... Recuerdo bien cuando vi esta película (no he leído el libro, lo reconozco), me emocionó muchísimo, aunque como tú muy bien dices, lo mismo la veo hoy y me parece que no es para tanto...

ay aquel 1993 (creo que era 1993, ¿o era 1992?)