martes, 24 de febrero de 2009

TIÉNTAME CON VERSOS

Dicen que los poetas siempre han tenido fama de tímidos pero Christine no está dispuesta a serlo por esta noche. Su piel está perfectamente maquillada en tonos blancos, lleva pestañas postizas, un lunar en la mejilla y va enfundada en un ajustadísimo vestido de malla. Con casi cien espectadores comiéndosela con los ojos, se acaricia el pelo hasta la altura del tirante del sujetador, despliega una hoja y empieza a leer un poema en una prosa bastante oscura “Manual para hacérmelo":

“En ese momento la chica muerta se arrastra desde la cama y se apoya en la esquina, huele a pescado podrido. Deja caer un mechón de pelo hasta la mitad de su rostro. Y giro la cabeza para poder verla. Ella me sonríe, desliza los ojos hacia mí, se toca arrugando el vestido. Introduce la mano donde no puedo ver. Me dice - ahora estoy preparada para follar-”.

Para enfatizar el final, la poeta finge apuñalarse con un abrecartas.

La audiencia está desconcertada y Christine se adentra sigilosamente entre el público.


Estamos en Nueva York y es enero de 2008. Una nueva forma de poesía emerge, es la poesía de burdel o como ellos la llaman The Poetry Brothel. Lo curioso de este tipo de poesía es que las poetas son prostitutas y el auditorio está formado por clientes que pagan para que se les lea poesía en privado. La poesía también se representa en un tono similar al del burleque y toda esta exhibición recuerda a la clandestinidad de las épocas de prohibición.

Traduzco unos pasajes entremezclados que he encontrado sobre este tipo de espectáculo.

La prostituta susurra, se humedece los labios y se prepara para desnudar… el corazón con un poema. Bienvenidos a la Poesía de burdel donde los clientes sí penetran, pero entre versos. En un club nocturno de Manhattan llamado el “Zipper Factory” el ambiente es el de un auténtico prostíbulo. Las chicas literarias de la noche revolotean entre las luces íntimas de las velas y los cuadros de desnudos. Algunas de estas poetas, para venderse mejor, lucen un estilo retro, ligas y braguitas de volantes. Otras llevan sombrero y boa de plumas. Pero la venta en el Prostíbulo Poético está en la mente y no en el cuerpo. Es en el momento de coger el catálogo, lleno de fotos y descripciones veleidosas, cuando se revela lo que ofrecen.

Poco después, aparece la madame con un vestido corto, guantes negros al codo y unas plumas de pavo real en el pelo. -Preferiría estar en una habitación oyendo poesía que escuchando a un viejo en un escenario sentado en una silla- es lo primero que suelta. Uno a uno se suceden los encuentros y los clientes, que pagan entre tres y cinco dólares, aparte de los quince de entrada que incluyen una lectura gratis, toman asiento. Las prostitutas leen sus propias creaciones, la mayoría de las cuales son en verso libre para una actuación intensa y, hasta a veces, inesperada.

Para aquellos que necesitan un descanso, la poesía del prostíbulo también se calienta con música ya que cuenta con guitarristas flamencos, además de lectores de tarot, una mesa de blackjack y un bar especializado en oporto y whisky. Los clientes hedonistas parecen haber captado la exitosa fórmula. No hay tantos recitales poéticos donde se muestre el escote.

En realidad se trata de una especie de República de Weimar pero sin nazis. A las dos de la mañana tienes a chicas de entre veinte y treinta años tumbadas por todos lados leyendo poesía.

La madame dice que la Poetry Brothel recibe a todo el mundo. "- Muchos son chicos jóvenes tal vez con un interés secreto por la poesía. - Sólo hay que mirar el menú. Aceptar una recomendación. O decir simplemente: “No me importa, necesito poesía. Tengo hambre - .”

¿Libertinaje intelectual?

jueves, 12 de febrero de 2009

DE CÓMO ESCRIBIR cartas de amor


Que un clérigo supiera más sobre conquistas, pero de esas del corazón, que el resto de lo mundanos decía poco de nosotros y de nuestras artes (aunque también es cierto que eran ellos los que tenían el acceso a la cultura). Y que a una semana escasa del día de todos los que se aman encuentren el manual, no uno cualquiera, sino el primero y más antiguo de la lista –o así señalan los expertos- ¿será cosa del azar o tan sólo un incentivo?

De cualquier modo ahí está y me motiva hablar de él por querer ser sincrónica y por el gran interés que he desarrollado hacia este tipo de códices últimamente y que antes estaba, digamos, allá, entre laureles.

Frank Dicksee "Romeo y Julieta"

Modi dictaminum, así se llama, data del siglo XII y se encuentra en La Biblioteca Capitular de Verona. Me pregunto si la diosa de la Fortuna también habrá puesto aquí de su parte para que sea descubierto en la ciudad donde Romeo y Julieta montaran su baile de máscaras.
Casualidades más o menos tontas aparte, Guido, su presunto autor, aconseja, en Latín y en pergamino, cómo escribir aquellas epístolas que harían temblar al caballero del que dicen que es más duro que el mármol de Carrara o a la dama más empolvada de la fiesta (y a los polvos Bottega Verde me refiero).
Era la Edad Media y por supuesto, las misivas nada tenían que ver con los mensajes TQM o Kevin x Vanesa de hoy día. Los consejos, según leo, iban desde cómo saludar por carta a la amada hasta cómo despedirse. Pero también cómo debe escribir una esposa a su marido o un amante a su amada. Se recomendaba elogiar siempre la belleza y la calidad del destinatario recurriendo a comparaciones mitológicas con parejas célebres: Paris y Helena, Príamo y Tisbe, a similitudes con piedras preciosas o enviando "tantos saludos como flores que trae el verano" y utilizar expresiones que indicaran la incapacidad de describir un sentimiento inefable "cuán profundamente te amo con palabras no podría expresar aunque todos los miembros de mi cuerpo pudieran hablar".
Tengo la esperanza de que con el tiempo editen el facsímil o, al menos , una obra que trate con más detalle la poca información que se ha proporcionado hasta el momento. Mientras, podemos utilizar sus metáforas y comparaciones adaptándolas a nuestra época (ya que hoy nadie compararía a nuestra Valentina con Tisbe, ni a nuestro Valentín con Príamo, aunque cuidado con éste). O instruirnos con el Ars Amandi de Ovidio, didáctico a la vez que divertido, sobre cómo tratar con más atención al objeto de nuestro corazón y aplicar este aprendizaje a los métodos tradicionales actuales, es decir, sms, msm, e-mail, msn… Y después de lo dicho me despido
amigos míos dulcísimos, pues saben que por el perfume de vuestro amor no vacilaría en cruzar montañas y atravesar los mares a nado.

Es un decir, además de un plagio, pero si podéis superarlo…
Tantos saludos como peces hay en el río.