(I)
No me analices,
que después te predicaré.
Ahora eres mi sujeto,
y yo tu verbo copulativo.
Yo te atribuyo una relación de equivalencia
de igual a igual, en virtud de tu nombre con el mío.
Porque ser, estar o parecer ya no son nada.
Porque vengo a ser
poco más que una perífrasis
con aspecto ingresivo,
y al fundirnos en el ser de nuestros nombres
sólo un pronombre reflexivo.
Y yo quiero ser recíproco.
Junto a ti,
adyacente recostado,
fui callado como adjetivo
y acaso complemento de tu nombre:
me sustentas como apuesto sustantivo
y subordino que yo quiero ser tu hombre,
ser infinitivo, participio y, amando, la costumbre
como forma impersonal de dar cariño.
Tú eres mi causa y consecuencia,
condición de toda circunstancia.
Tiempo, lugar y modo…
nada existe en la periferia
de esta oración que te argumenta
incrustado en un porqué interrogativo.
¡Ah, compleméntame!
Seré tu complemento directo, bandido,
en la red de tu horizonte sintáctico-semántico,
arrastrado como un pez comparativo.
(II)
No me sustituyas por lo neutro;
antes soy tu adjunto, aditamento,
suplemento enfebrecido y locativo
por la gracia de un sujeto concordado
en tu número y persona, ya te digo
que me riges toda clase de quimeras,
necesario si me ves predicativo.
Quisiera ocultarme en tus palabras,
cumplir todos tus huecos funcionales
sin dejar cuantificados muchos mimos
-¿no me ves sujeto agente y no pasivo?-
y amarte activamente en voz activo,
y a la vez tan paciente y tan sumiso…
Yo sé bien que me quieres transitivo.
Hacia ti, a golpe de pronombre anaforado,
a volverme como enclítico en tus labios
voy, y vengo, y entro y salgo
coordinados estos cuerpos en un lío
para hacer esta frase bien compuesta.
Yo te quiero
y tú eres mi objeto directo,
sujeto mío.
Antonio Sánchez-Carrasco
(Amigo, lingüista, poeta, sabio, profesor, letrista... casi que por este orden).
7 comentarios:
Una buena clase de gramática ciertamente, de las que pueden crear adeptos al recordarnos uno a uno esos momentos...
¿Seguro? Mira que la sintaxis no es una materia de las que suelan crear adeptos, pero por un pronombre anaforado, ¡ay, yo no sé que te diera!
Por cierto Antonio, haznos un hueco funcional.
¡Mooooola!
Me parece cojonudo el juego que hace.
Genial.
Me alegra que os haya gustado, gracias Marta y Joseda.
Nunca una clase de gramática me había parecido tan interesante, tan apasionada... Y eso que a mí me encanta. Me dan ganas de ponerme a estudiar... Una poética genial.
En fin, gracias por la buena acogida del poemica. Quise hacer un repasillo en Bachillerato de algunos conceptos y pensé que qué mejor que echar, de paso, unas risas. Lo que pasa es que el poema está a falta de un hervorcillo estilístico, ja, ja, vamos, que salió asín del horno y la verdad es que no le he pegao un repaso, pero como gracieta no está mal.
Si se me ocurre alguna otra cosilla que valga la pena ya se la paso a la maravillosa y bella administradora de éste que es su blogo-blogo -el nuevo juego playero del verano- ¡glub!. Por cierto, qué bueno el artículo de la literatura femenina y tó eso. Un abrazo en rima abrazada, consonante y perfecta para todos-as (como en el tebeo "Lily"), aunque no seamos aún un pareado.
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