lunes, 12 de mayo de 2008

EL TIEMPO Y EL VIENTO

I

Ayer fue tarde, toda la tarde,

Te esperaba no venías, harta no venías,

Tú andabas haciendo doler las cosas,

Tú vendrías al huerto y hace tanto huerto que te espero.

II

La tarde se hizo noche, no me acuerdo dónde,

Y tuve miedo de andar toda tu ausencia sola,

Y fue la tarde de volver al olvido

Y fue la hora de desandar tu cariño

Y me hice noche en el huerto

Y de entonces que ando noche tu recuerdo.

III

Puedo decir febrero ahora,

Puedo mirar el infierno ahora,

Puedo pensar tu nombre ahora

Y todo apenas me pone un temblor en las entrañas

Como ves con el tiempo todo cambia



Me llamo Silvia, o tal vez María, creo que eso poco importa. El viento pasa, me roza, me toca, me mueve y me hace olvidar lo que una vez supe, me despeina y lo arranca todo, mis sueños, mis recuerdos... Soñaba con un árbol, y ese árbol era mi vida. Una rama era el hombre con el que una vez me casaría y las hojas... mis hijos. Otra rama mi futuro como escritora y cada hoja un poema. La última rama una triunfante carrera académica, pero mientras intentaba elegir las hojas, empezaban a secarse y el viento las alejaba tanto que... las ramas del árbol se quedaron sin hojas.

De las páginas de mi cuaderno en las que alguna vez anoté todo esto, no recuerdo la fuente, sólo recuerdo a Plath. En cualquier caso para Toñi, que nunca más se despeinará con el viento ni verá caer las hojas, como lo hará el otoño, año tras año tras año tras año tras año...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

" Dudo en llamar con el nombre bello y serio de tristeza, a este sentimiento desconocido cuya dulzura y cuyo dolor me tienen obsesionada. Es un sentimiento tan completo y egoísta que me llega a dar vergüenza, mientras que la tristeza me ha parecido siempre honrosa. Conocía el arrepentimiento, el fastidio y hasta el remordimiento. La tristeza, no. Ahora siento algo que me envuelve, como una seda enervante y dulce, y que me separa de los demás.
Aquel verano yo tenía diecisiete años y era feliz del todo. "
De Sagan, está en la línea. Y un :*

Anónimo dijo...

Me gustan mucho estos poemas. Parece que la torre no te aísla mucho de ciertos dolores cotidianos. Pero eso sí, te ha perimitido elevarte sobre ellos y hacer esos poemas tan sencillos, eternos, que podrían estar firmados hace 100 años o ahora: sin ironía, directos, telúricos