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lunes, 14 de abril de 2008

FLUYAMOS

Hace unos días, en uno de mis cursos de doctorado el profesor, durante la clase, mencionó en varias ocasiones un libro: “Flow” o lo que es lo mismo, “Fluir” (no dijo en ningún momento el nombre del autor porque es impronunciable, luego veréis, aunque intentó escribirlo en la pizarra sin mucho acierto). Pues "Flow", creo, debe ser como una especie de Biblia para el mundo de la Psicología y ¡tachán! ya lo he leído, pues no me gusta caminar por terrenos desconocidos, normalmente, y saco a relucir algo que, si bien parece extraído de un manual de autoayuda, con los consabidos detractores que este término o género conlleva ¿quién no siente, se pregunta o se interesa por estas cosas al menos -qué menos- una vez en la vida? A quien le provoque, aquí está.


“Hace veintitrés siglos, Aristóteles llegó a la conclusión de que lo que buscan los hombres y las mujeres, más que cualquier otra cosa, es la felicidad. Mientras que deseamos la felicidad por sí misma, cualquier otra meta (salud, belleza, dinero o poder) la valoramos porque esperamos que nos haga felices. Muchas cosas han cambiado desde el tiempo de Aristóteles. Nuestra comprensión de los mundos de estrellas y de átomos se ha ensanchado más allá de lo que jamás podríamos creer. Los dioses de los griegos son niños indefensos comparados con la humanidad de hoy en día y con los poderes que poseemos. Y sin embargo, sobre este tema tan importante poco ha cambiado en los siglos que han transcurrido. Hoy no sabemos más acerca de la felicidad de lo que sabía Aristóteles y, respecto a saber cómo obtener esta condición tan valorada, casi podríamos decir que no hemos realizado ningún progreso.
A pesar del hecho de que hoy estamos más sanos y nuestra vida es más larga que en siglos pasados, a pesar de que incluso el menos rico entre nosotros se halla rodeado de unos lujos materiales impensables hace sólo unas pocas décadas (había poquísimos cuartos de baño en el palacio del Rey Sol, las sillas eran escasas hasta en las mansiones medievales más lujosas y ningún emperador romano podría encender la televisión cuando estaba aburrido) y a pesar del inmenso conocimiento científico que podemos citar a voluntad, las personas a menudo acaban sintiendo que han malgastado su vida y que sus años han transcurrido entre la ansiedad y el aburrimiento.

-¿Es así porque el destino de la humanidad es permanecer siempre insatisfecha? ¿O es porque cada persona desea más de lo que pueda obtener? ¿O el malestar penetrante que a menudo nos amarga hasta los instantes más preciosos es el resultado de buscar la felicidad en el lugar equivocado?”-pregunta Csikazentmihalyi-. (¿Dije que era un autor impronunciable? Pues añado que también es ilegible, el nombre, no la obra, claro). En definitiva, volviendo a las preguntas planteadas por Csi, mi respuesta a todas ellas es siempre sí, sí y SÍ.

Y como es normal en mí, casi todo, psicológico o no, me lo llevo al plano filológico, de modo que de un artículo titulado “El cerebro humano no está diseñado para alcanzar la felicidad, según un experto en Fisiología” publicado hoy mismo, extraigo el párrafo siguiente:

El escritor Luis Muñoz, licenciado en Filología Española y en Filología Románica por la Universidad de Granada, destacó que, desde el punto de vista de la literatura, "es más fácil escribir sobre la infelicidad" porque este estado "lleva aparejada la necesidad de aliviar el dolor que produce, algo que puede hacerse fácilmente a través del lenguaje poético". "La felicidad no necesita de ningún tipo de escritura por su condición irreflexiva", acotó."El lenguaje de la poesía expresa la infelicidad mejor que la felicidad, pues cuenta con más recursos verbales para la primera y atrae especialmente los momentos desgraciados", añadió. Esto explicaría, entre otras cosas, que este tema haya impregnado tantos poemas desde los orígenes del género, que "no es más que el testimonio de una sensibilidad o de una inteligencia", concluyó.

Eduardo Punset en "Redes" habló sobre esto que todos perseguimos pero que no tantos llegan a alcanzar.
Será cuestión de fluir... (o ¿quién sabe? De escribir).


lunes, 3 de marzo de 2008

REFLEXIONES DE CHRIS STEVENS

Mr. SANDMAN
En ese estado de lucidez alucinada, no sólo vieron las imágenes de sus sueños, algunos vieron las imágenes soñadas por otros.
Gabriel García Márquez - "Cien Años de Soledad"
Parece que hay precedentes de este intercambio de sueños. Quiero decir, ¿será así ahí fuera? ¿Quizás soñemos constantemente los sueños de otros? ¿No será que el mundo del subconsciente es realmente colectivo? ¿No son tus miedos mis miedos? ¿No son tus deseos mis deseos? ¿No bebemos todos de la misma copa humana?".
*
SOBRE COSMOLOGÍA Y ASTRONOMÍA
La H de 15-45, considerada una sola estrella, tenía un extraño movimiento en su órbita, que resultó ser un par de gemelas, binarias, una estrella girando en torno a otra. Hablando de parejas cósmicas, parece que nuestra vía láctea tiene una doble importante. Así es. Somos arrastrados lentamente por una galaxia hermana, Andrómeda. E incluso más allá existe, un gran captom, un enorme grupo de galaxias que avanza lentamente hacia nuestro propio grupo, hacia un cariñoso abrazo gravitatorio. No lo olvidéis, el tango es cosa de dos.
He estado pensando en esa antigua adivinanza. ¿Cuál es el sonido de una mano que aplaude? Yo opino que ninguno. Si no hay dos manos no hay aplauso. Es muy simple. Estrellas, galaxias, aplausos. ¿Qué quiere decir? Quiere decir que todos necesitamos a alguien. Seas una constelación o un protón, un yin o un yan, todos relacionados con todos. Como Romeo y Julieta, las patatas fritas con carne, Tom y Jerry, Epy y Blas, el caballo y el vaquero, Marco Antonio y Cleopatra.

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PERCEPCIONES

Los amantes y los dementes poseen cerebros tan bulliciosos, fantasías tan reales que perciben más de lo que la razón podrá compreder nunca. El lunático, el amante y el poeta están creados por la imaginación. Uno de ellos ve más demonios de los que el vasto infierno puede contener; es el loco. El amante, como cualquier fanático, ve la belleza de Elena en la cima de Egipto. Estados de percepciones. ¿Nos vemos los unos a los otros tal y como somos realmente ? ¿O sólo vemos lo que queremos ver? La imagen distorsionada por nuestras lentes personales. Hoy he perdido a alguien. Y lo más gracioso... es que ni siquiera sabía quién era.
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A RED RED ROSE de Robert Burns